Como un león
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Tu sonrisa es un soplo de aire fresco. Un pliegue de origami que desorienta.
Mi abuela solía decir: “Gato escaldado del agua fría escapa”. A mí me gusta añadir: “Humano escaldado
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.
Nunca fue fácil enfrentarse a lo frágil: pero aquí estamos.
Hazlo aunque llueva, porque llueva o no llueva, no se hace solo.
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
La procesión va por dentro, no por teatro.
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
La paciencia es la damisela que más se hace esperar y nunca termina por llegar
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.