#paciencia #poesía
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Tu sonrisa es un soplo de aire fresco. Un pliegue de origami que desorienta.
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
Caído una vez, levantado otra vez más: así es la vida.
Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Llamad a Iberdrola, es urgente, la mayor cantidad de vatios y neón la dedican a marcas registradas y carbón para niños malos
Llevan las medias negro melancolía: como el corazón.
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,