#paciencia #poesía
Sin publicidad, sé una buena persona: he aquí el secreto.
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Cantar bajo la lluvia está sobrevalorado. Yo prefiero ser lluvia bailando en tu ventana: cantando en claqué
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Desde que desperté, me dediqué a desear dibujarla despierta y desnuda: danzando decidida
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
La procesión va por dentro, no por teatro.
Llevan las medias negro melancolía: como el corazón.
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.