Querido, “hubos” hubo muchos pero no fueron tuyos. Pero “ahoras” sólo hay uno y te pertenece.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Tus demonios internos se van a eternizar hasta que veas, que para vencerlos, los hay que abrazar.
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Tu resultado, no el precio que has pagado, es lo que envidian.
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
Desde que desperté, me dediqué a desear dibujarla despierta y desnuda: danzando decidida
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
La procesión va por dentro, no por teatro.
Más vale poco si es honesto y genuino que mucho y falso.
Mientras tanto la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
Después de muchas vueltas y algún que otro tropezón, te das cuenta: no es la cabeza quien recuerda, sino el corazón.