La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
Hazlo aunque llueva, porque llueva o no llueva, no se hace solo.
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
Sin publicidad, sé una buena persona: he aquí el secreto.
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
Mientras tanto la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
La procesión va por dentro, no por teatro.
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.