La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.
El mundo es infinitamente complejo… hay infinitos matices entre el bien y el mal, así como infinitos tonos entre el blanco y el negro.
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Vamos con prisa para llegar más rápido a ninguna parte.
La procesión va por dentro, no por teatro.
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
Las canas son sabiduría que se desborda.
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta