Las tiendas cierran, las cabezas pesan: hace frío para nada.
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible
Caído una vez, levantado otra vez más: así es la vida.
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Hijo, he aquí un hallazgo que te recomiendo no pasar de larg… ni olvidar: los humanos son bien lentos en dar… mas raudos cual rayo en recibir.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
El mundo es infinitamente complejo… hay infinitos matices entre el bien y el mal, así como infinitos tonos entre el blanco y el negro.
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Humano guarda secreto de sumario: llora por dentro.
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Tu resultado, no el precio que has pagado, es lo que envidian.