Las tiendas cierran, las cabezas pesan: hace frío para nada.
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
Así como no todo aquello que mide la hora es un reloj, no todo aquel
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
Tus demonios internos se van a eternizar hasta que veas, que para vencerlos, los hay que abrazar.
No te preocupes, deja que la vida ocurra como ocurre la vida misma: orgánicamente.
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
El cuerpo que te ha tocado es el resultado de una lotería que no has jugado.
Las canas son sabiduría que se desborda.
Pájaro nunca voló: le dijeron que no podría y se lo creyó.
Hazlo aunque llueva, porque llueva o no llueva, no se hace solo.
Sin publicidad, sé una buena persona: he aquí el secreto.