Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Hijo, he aquí un hallazgo que te recomiendo no pasar de larg… ni olvidar: los humanos son bien lentos en dar… mas raudos cual rayo en recibir.
La nueva normalidad solo dejará de ser nueva cuando vuelva a ser normal.
Curioso caso: el que vivió sin ganas las acabó encontrando. La historia acabó: Quien vivió sin ganas,
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Detrás de esta sudadera desgastada y deshilachada guardo este acariciado, áspero y moribundo mundo. Detrás de esta cara de charlatán
Caído una vez, levantado otra vez más: así es la vida.
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.
Algunos se van a desilusionar, otros pensarán que es mentira, cuando les diga que lo que tiene valor en la vida no se puede patentar.
Mientras tanto la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Nunca fue fácil enfrentarse a lo frágil: pero aquí estamos.