Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
Los ojos de Ella eran de esos que parecían poseer un pedacito de infinito
Nunca fue fácil enfrentarse a lo frágil: pero aquí estamos.
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
No soy ningún –ista ni practico ningún –ismo: sólo soy un artista que piensa por sí mismo.
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.