Llevan las medias negro melancolía: como el corazón.
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.
Detrás de esta sudadera desgastada y deshilachada guardo este acariciado, áspero y moribundo mundo. Detrás de esta cara de charlatán
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Después de muchas vueltas y algún que otro tropezón, te das cuenta: no es la cabeza quien recuerda, sino el corazón.
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
Curioso caso: el que vivió sin ganas las acabó encontrando. La historia acabó: Quien vivió sin ganas,
Tu sonrisa es un soplo de aire fresco. Un pliegue de origami que desorienta.
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.