Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
Querido, “hubos” hubo muchos pero no fueron tuyos. Pero “ahoras” sólo hay uno y te pertenece.
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
Irrelevante: cuando nadas en el mar, la lluvia da igual.
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
Hazlo o no lo hagas: no hay propósito alguno que te haga triunfar.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,
Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.