Hazlo o no lo hagas: no hay propósito alguno que te haga triunfar.
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
Así como no todo aquello que mide la hora es un reloj, no todo aquel
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Después de muchas vueltas y algún que otro tropezón, te das cuenta: no es la cabeza quien recuerda, sino el corazón.
A lo mejor es bueno crearse una rutina de romper la rutina diaria y marearse en la noria. A lo mejor tenemos que ser fuertes
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
Pájaro nunca voló: le dijeron que no podría y se lo creyó.
Vamos con prisa para llegar más rápido a ninguna parte.
Tu sonrisa es un soplo de aire fresco. Un pliegue de origami que desorienta.
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.