Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
Irrelevante: cuando nadas en el mar, la lluvia da igual.
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Así como no todo aquello que mide la hora es un reloj, no todo aquel
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
No te preocupes, deja que la vida ocurra como ocurre la vida misma: orgánicamente.
Humano guarda secreto de sumario: llora por dentro.
No soy ningún –ista ni practico ningún –ismo: sólo soy un artista que piensa por sí mismo.
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
Pájaro nunca voló: le dijeron que no podría y se lo creyó.