Este poema de San Juan en el Guiju presenta una rica mezcla de tradición popular, rituales y realidades de la vida rural, donde el fuego, la festividad y la fe se entrelazan, pero siempre con una capa subyacente de sufrimiento y añoranza. A continuación se ofrece un análisis detallado:
1. El Fuego como Símbolo de Purificación y Protección
Desde el comienzo, el fuego se presenta como un elemento purificador que se utiliza para "espantar al malo" y para purificar. Esta referencia al fuego se conecta con la tradición de la hoguera de San Juan, en la que se cree que el fuego tiene el poder de limpiar las malas energías y los aspectos negativos de la vida. La imagen del sol que se va por la loma, mientras las ranas comienzan a cantar, crea una atmósfera de transición entre el día y la noche, simbolizando también el paso de lo viejo a lo nuevo, lo negativo a lo positivo.
Sin embargo, a pesar de la creencia en la purificación, el fuego también simboliza una destrucción de lo negativo, como las "ramas secas, sillas rotas y muebles" que se echan a la hoguera, elementos que son descartados o abandonados. La hoguera es tanto un acto ritualístico como un gesto de desecho.
2. Las Viejas y la Religiosidad Popular
Las viejas del pueblo, sentadas en corro, rezan medio padrenuestro y medio conjuro, lo que refleja una mezcla de religiosidad oficial y creencias populares. Esta dualidad también se manifiesta en sus peticiones: "Que se queme la mala lengua, la envidia, la rabia, la moza que me quitó al Fulgencio." El hecho de que no solo se pidan bendiciones y oraciones, sino que también se empleen conjuros para desear mal a otras personas (envidia, celos, rencores), muestra cómo en la cultura rural coexisten tanto lo divino como lo profano.
El uso del Ave María como un intento de "tapar" el pecado refleja la creencia popular de que la fe y los rituales religiosos pueden camuflar la culpabilidad o el mal. Hay un contraste claro entre la devoción y las dudas existenciales que los personajes del poema no pueden esconder, haciendo que el acto religioso se convierta en algo más formal que profundo.
3. Los Niños y la Visión Inocente del Fuego
Los niños, con los ojos como lunas, miran el fuego como si fuera una visión de lo divino, una especie de revelación. Aquí se muestra la inocencia de la infancia frente a lo misterioso y lo sagrado, que se percibe de una manera pura, sin las complicaciones de la vida adulta. Su fascinación por el fuego sugiere que, para ellos, el fuego es algo más que una simple llama: es sagrado, un milagro.
Además, los niños están en contacto con lo desconocido, con lo misterioso y lo simbólico, representando la capacidad humana de ver belleza y sentido incluso en los elementos más triviales, como un fuego que arde en la oscuridad de la noche.
4. El Ritual y las Creencias Populares
La narrativa incorpora elementos de folclore y supersticiones populares, como la creencia de que si saltas la hoguera sin tropezar, la desgracia no te tocará en el año. La imagen del fuego que se apaga y muestra las almas de los muertos refleja la idea de que las acciones rituales pueden tener un poder simbólico, como una forma de conectar a los vivos con los muertos y con el pasado.
La figura de la tía Rufina, la mujer quemada por ser acusada de bruja, agrega una capa de misterio y tragedia al ritual. Se dice que ella baila descalza entre las ascuas, lo que podría interpretarse como la manifestación del sufrimiento no resuelto. La ceniza y la noche son los elementos que permiten a los muertos regresar, pero al mismo tiempo, las personas evitan hablar de ella en voz alta, lo que muestra que, a pesar de las creencias, existe un miedo profundo hacia lo inexplicable y lo oculto.
5. El Cura y el Control Social
La presencia del cura, que intenta alejar al demonio de la hoguera y “echa bendiciones como agua en cesto”, simboliza la tensión entre la iglesia y las prácticas populares. El cura representa la religión oficial que trata de controlar y limitar las manifestaciones del pueblo, en lugar de aceptarlas o incorporarlas. Sin embargo, las bendiciones del cura son ineficaces ("como agua en cesto"), lo que sugiere que las creencias populares tienen un poder mucho más real y práctico para la gente del pueblo que las palabras del sacerdote.
6. La Fiesta como Escape, Pero no Solución
El poema revela que, aunque la gente participa en la fiesta con risas y vino, debajo de todo eso se esconde un vacío emocional y una realidad sombría. La sonrisa de los personajes no es sincera; hay algo roto, ya sea la moza que no quiere casarse, el mozu que se va a quintas, o el padre que no tiene cómo llenar la olla. Este contraste refleja la discrepancia entre la festividad superficial y las dificultades internas que las personas enfrentan.
El fuego les da alivio solo por un rato, y cuando la hoguera se apaga y el amanecer llega, queda la ceniza, el olor y el silencio, lo que señala que las fiestas, aunque momentáneamente desahogan el dolor, no lo eliminan. La fiesta es solo un escape temporal, pero la pena permanece.
7. El Silencio y la Desolación Final
Al final del poema, San Juan arde, pero no cura, y el pueblo, aunque finge estar alegre, guarda un luto pequeñu debajo de cada fiesta. Esto indica que, aunque la comunidad se entregue al ritual, siempre hay algo más profundo, no resuelto, que persiste. Las personas se enfrentan a una tristeza y desesperanza que las fiestas y los rituales no pueden borrar. El silencio que queda al final es un eco de esa desesperanza, que persiste después de que el fuego se ha extinguido.
Conclusión:
Este poema de San Juan en el Guiju muestra cómo las festividades y rituales pueden servir como una forma de escape o de alivio temporal, pero no pueden resolver los problemas reales de la vida cotidiana. A través del fuego, la comunidad trata de purificar el mal, pero al final, las verdaderas heridas permanecen, ocultas debajo de las risas y el vino. La festividad se convierte en una especie de parche emocional, una manera de lidiar con las tensiones y dificultades cotidianas, pero no cura realmente el dolor. La ceniza, el silencio y la pena son los elementos que persisten, dejando claro que la verdadera sanación y liberación van más allá de los rituales.