Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
Más vale poco si es honesto y genuino que mucho y falso.
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible
No se echa en falta nada que sobra: como una mariposa que vuela a la pata coja.
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
No soy ningún –ista ni practico ningún –ismo: sólo soy un artista que piensa por sí mismo.
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,