Con un murmullo en el corazon
CON UN MURMULLO EN EL CORAZÓN
Me ha dicho el médico
hace unos días
que mi corazón tiene un murmullo.
Y desde entonces me pregunto:
¿qué murmura mi corazón?
¿Dulces arrullos con que acuné a mis hijos?
¿O las nanas que hubiera querido cantar a mis nietos?
¿Repite palabras de mi abuela que quisiera poder volver a oír?
¿Es mi murmullo un ruego silencioso de poder ser cada día mejor?
¿Repite ese murmullo versos inolvidables de Tula
que alimentan la nostalgia de toda una vida lejos de Camagüey?
¿Trata mi murmullo de replicar “el arrullo de palmas en la espesura” o el eco del viento entre las hojas del enorme caimito?
¿Murmura mi corazón los consejos de mi padre que no me canso de recordar? ¿o la risa de mi madre?
¿Es el murmullo rumor de olas de los mares que amo?
¿O el reconocimiento de que la sangre que con su latir lo crea
inició su camino siglos atrás
y que les debo a quienes me la legaron gratitud y recuerdo?
Cuántas cosas me dice ese murmullo leve que no oigo.
Ahora que sé que está allí,
ha pasado a acallar los latidos
que fueron el tic-tac que acicateó mis días,
urgiéndome vallejianamente a la acción
“hay, hermanos, muchísimo que hacer”.
El murmullo
como el rumor de las aguas del Tínima de antaño
me da permiso para escuchar el silencio
que, acallando al hacer,
me lleva a la serena contemplación del ser.
Bradenton, Florida, primero de junio
