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Navegando en el mar de la incertidumbre

Marzo 19 2023

En tiempos complicados, los de buena fe visionamos los finales felices y los problemas resueltos. Durante el duelo sientes el fin muy cerca. Luego permaneces en un estado de quietud en el que solo esperas.
En mis veintitantos me creí nómada. Dejé partes de mi corazón en muchos lugares y construí mi hogar en cada uno de ellos. El concepto de tiempo, espacio y movimiento que más me intrigaban me los fui a vivir en carne propia. Y aseguro haber tenido una vida feliz. Por supuesto que, siempre hay momentos de tristeza que pasan y van como las olas. No he salido de ningún lugar completa. La injusticia es imprudente pero la sabiduría, impecable.
Kansas fue divertido. Colorado es impresionante. Mississippi me pagó con buenos amigos. Hawai’i tiene aguas muy frías y profundas. Aun así, me mantuvo cerca del mar. Los cayos, muy superficiales. Al instante supe que no eran para mí.
Aun navegando en el mar de la incertidumbre, nadé sus aguas de regreso al Caribe. La felicidad me esperaba hace mucho. El sonido de la Patria alimenta mis sentidos y el alimento me da vida. La gente me bendice.
Todo nómada necesita un lugar a donde siempre regresar. Porque los caminos de la vida son un sobresalto. Pero pertenecer a un hogar es inefable. Y ya no navegaríamos mares, sino que viviríamos en él; brindando por felicidad para todos en el idioma borincano.
En mi momento de quietud después del duelo caminaba por San Juan y recibí todos los besos en la mejilla de esos ángeles que me veían. En los espejos veía mis colores del alma y había más valentía que miedo. Me llamaron “brava” en muchas ocasiones. Porque he hecho los que muchos no se atreven; navegar el mar de la incertidumbre como las aves: a sabiendas de que siempre habrá nido, maná y cielo.

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