Mujer y punto
Cada mujer con su historia
Un novio hijo de puta a los 20 que ni amor fue, es cliché para un poeta. Cuando enfermé de cáncer ese amigo ofreció cuidarme. Un amorío de 3 meses que terminó revelando a un joven alcohólico que no controla lo que hace. Me moví. Nunca fue mi definición. Antes de esto ya me había enamorado temprano. Es costumbre y linaje familiar encontrar el amor a los 16. Kildare VI de Irlanda fuera hoy por hoy el señor de la casa. A quién sin embargo, un día sin más, con la frente en alto, fuerte y sin miedo, le dije que merecía más; y escogí otros caminos. Continué mi vida siendo libre, madre, amiga, hermana, mujer. Mujer y punto. Sin etiquetas, sin expectativas, así. Me dediqué a mis ángeles y a mi libertad. Después de acontecer la pérdida de mi casita en un huracán me volví nómada. Tan libre que me comprometí. Albizu, un amor añejo. Que al reencontrarnos no me quiso dejar ir nunca más. Y me amó muchísimo. Viajé el mundo hipnotizada. Cuando me di cuenta, estaba en medio de un mar profundo. Nadé lejos antes de perderme a mi misma. Plena entre mis mujeres me mantuve; y de poetas y músicos que se acercaron a ofrecerme el cielo y yo no los escuché. A cada amor todavía le resuena mi nombre. Como un relámpago en la noche oscura a los de mala fe, refrescándoles el sueño. Y como un rayo de luz entre las palmeras y las olas para todos los demás, refrescándoles la realidad. Hoy y siempre siendo muy mía. Y más mía que nunca.
