Contemplación y silencio.
1. La ironía del fuego, pesar de aquella sufrida niñez, consumida en el ego, hecatombe e idiotez, antítesis de libre sencillez.
Paciente en tu morada, confundido de verdad, entre tanta ambigüedad, si empuño yo tu espada, de lleno voy a la batalla.
Hoy te quiero verdaderamente, sin ataduras y egos, me he librado del apego, de aquella premura en quererte. El cuerpo caprichoso engañaba,
Bendiciones padre eterno, y en unidad con tu espíritu muramos por ti a nosotros; apaguemos la luz tenue de la ignorancia absurda,
El invierno me acogió, miserable a como soy, me detesto y aborrezco porque nada me merezco; mucho menos ser feliz,
No sé si quiero escribir, pero real, me siento mal, ¿por qué lo he de negar?, ¿por qué me he de mentir? Yo pensar en nada quiero,
El sabor de la ira, hace hervir la sangre, incita a maldades, calienta noche y día. El sabor de la ira,
El secreto de la vida está en el simple amor, el cuidado del cuerpo, guardando el corazón. También está en la lectura,
¿Qué sientes alma mía? cuéntame por qué sufres: te veo ansiosa, decaída. ¿Qué causa tu derrumbe? ¿Son amores que pereces?
Padre deseo estar contigo, de rodillas ante ti, disfrutando tu presencia, maravillado en vivir. Y este deseo flamante,
1. La herencia de Abraham: visualiza, cree en el bienestar sin mirar atrás, corre, anda sin cesar, atención a las estrellas, tierra f…
Vida me ha hecho nada, sin carga en la espalda, ¿qué peso a temer?, nada por quejarse, por todo agradecer.
Antes feliz en tu presencia, corazón contrito lloraba, en amor eterno gozaba, sin ver alguna decadencia. Ahora existo sin vivir,
¿Qué quieres de mi ansiedad? ¿Por qué tanto escarmientas? ¿Qué me haces recordar? ¿Por qué mi alma en pena? ¿Cuántos días pasarán,
A medias te quería, nada yo abrazaba, amor real negaba ¡tanto miedo tenía! Mira el ser humano