Xanti - Bré

A la siega

 
Tiempranu, antes que’l sol se despierte,
ya van los homes tiraos pal rastrojal.
Con la hoz al costáu, la gorra calá,
y’l alma en silencio, que la jornada ye larga.
 
El trigu, doráu y tiesu, cruje baju’l viente,
y el sudor, sin decil ná, empapa el camisón.
La hoz canta, ay, cómo canta la condená,
como si partiera costiyas en vez de espigas.
 
Un paso, una cortá, un resoplío,
y otro paso, y asina to’l día,
hasta que los riñones chillan
y las manos se llenan de sol y de polvo.
 
Cuando’l reló nun anda y la sombra se esconde,
paran un rato, poquinu ná más.
Un mendrugu duro como piedra
y un tragu de vino agru,
que sabe a sangre pero entra como cielo.
 
Nadie se queja. ¿Pa qué?
Si la tierra nun entiende de lástima
ni el trigu espera al floju.
El que para, se queda atrás,
y el que se queda atrás, se muere antes.
 
Al mediodía, la caló cae como martillu,
y los ojos se achinan pa que’l resplandu no entre.
Las camisas s’empapan,
las moscas se pegan como penas viejas,
y el sol... el sol nun perdona.
 
Por la tarde, ya con la tripa vacía y la lengua seca,
siguen dale que dale,
como mulas, como santos, como sombras.
La hoz ya corta sola, el cuerpo ni siente.
Solo la mente piensa en la fresca,
en el cántaru, en la mujer esperando callá,
en el chiquinu que dirá: “¿Ya vienes, padre?”
 
Y cuando’l sol se va, roíu de cansancio,
ellos aún siguen un poco más,
pa que no falte pan, ni honra, ni nombre.
 
Porque la siega nun ye faena,
ye una cruz que se carga de sol a sol
y se lleva sin ruido,
como too lo sagrado en la vida del pobre.

Este poema refleja la vida de los campesinos y su arduo trabajo en el campo, concretamente durante la cosecha de trigo, y lo presenta como un sacrificio continuo, una lucha silenciosa, donde no hay lugar para el descanso ni el lamento. A través de la descripción de la jornada laboral, el poema nos muestra no solo la dureza del trabajo físico, sino también la relación entre el hombre y la tierra, las costumbres del trabajo rural, y la manera en que la lucha diaria se convierte en una carga casi religiosa. A continuación, hago un análisis detallado de los aspectos más significativos del poema.

1. El esfuerzo físico y la dureza del trabajo:
Desde el inicio, el poema establece un tono de esfuerzo constante y sacrificio. Los "homes tiraos pal rastrojal" (hombres que van al campo) se describen en una escena matutina, antes de que el sol se despierte. El trabajo es duro y sin descanso, comenzando al amanecer y extendiéndose hasta el final del día.

La mención de "la hoz al costáu" y "el alma en silencio" transmite la seriedad y la dureza del trabajo. La hoz, como herramienta, se presenta no solo como un instrumento de trabajo, sino como una extensión de la propia vida de los campesinos, que cortan "costiyas en vez de espigas", lo cual sugiere que cada corte es una pequeña herida, un sacrificio.

El ritmo de trabajo se describe con una cadencia repetitiva: "Un paso, una cortá, un resoplío", hasta que los cuerpos se sienten agotados. La repetición del proceso muestra la monotonía y el sufrimiento físico, donde no hay respiro, solo el trabajo constante hasta que "los riñones chillan" y "las manos se llenan de sol y de polvo".

2. El sufrimiento y la resignación:
La jornada está marcada por la "caló" (el calor intenso), que cae "como martillu" (como un martillo), y la comparación del sudor con "sangre" que "entra como cielo" da una idea de lo agotador y doloroso que es el esfuerzo. Este sudor, que "sin decil ná empapa el camisón", es un testimonio del trabajo físico que no se detiene y no busca reconocimiento.

Sin embargo, el poema también transmite una resignación profunda, ya que "nadie se queja. ¿Pa qué?". Esta frase refleja la cultura del trabajo en silencio, donde el sufrimiento es aceptado como parte de la vida. La tierra "nun entiende de lástima", lo que significa que la naturaleza no tiene piedad, ni espera, ni tiene espacio para la debilidad. Aquí, el poema nos muestra la cruel realidad de un mundo donde el trabajo es solo una cuestión de supervivencia, y quien se detiene, queda atrás, condenado a "morirse antes".

3. El sacrificio y la necesidad de continuar:
Los descansos breves, como el "mendrugu duro como piedra" y un "tragu de vino agru", subrayan lo escaso y rudimentario de las pausas. El "mendrugu" (trozo de pan) es descrito como "duro como piedra", simbolizando la pobreza y la austeridad. A pesar de la dureza, el vino "sabe a sangre", sugiriendo que es una bebida que alivia, pero también es parte del sacrificio diario, que atraviesa todo el cuerpo de los trabajadores.

La jornada no se detiene. "El sol nun perdona", y aunque el mediodía trae su calor implacable, los campesinos siguen trabajando "como mulas, como santos, como sombras", comparándolos con animales de carga, lo que acentúa la idea de que su vida es un sacrificio continuo, casi espiritual.

4. La esperanza y la motivación oculta:
A pesar de las duras condiciones, la mente de los trabajadores no está completamente atrapada en el sufrimiento físico. El poema nos muestra que, aunque el cuerpo "ni siente" por el agotamiento, "la mente piensa en la fresca", en el descanso, en la recompensa que llegará al final del día. Los pensamientos de la familia (la mujer esperando "callá", y el "chiquinu" que pregunta "¿Ya vienes, padre?") son lo que motiva a seguir adelante, el amor por los suyos y la necesidad de mantener a la familia.

Estos momentos de esperanza y de relación familiar proporcionan una motivación vital para el trabajo, aunque el poema deja claro que esta esperanza es silenciosa, casi privada, ya que la vida del campesino sigue siendo una vida de sacrificio y lucha constante.

5. La jornada y el sacrificio eterno:
La frase "la siega nun ye faena, ye una cruz que se carga de sol a sol" encapsula el tono del poema. El trabajo no es solo una obligación, sino un sacrificio constante, como una cruz que se lleva "sin ruido". Aquí se sugiere que el trabajo agrícola, aunque es esencial para la supervivencia, también es una carga pesada, algo que los campesinos soportan sin quejarse, como un rito sagrado de su vida.

El "pan, honra, y nombre" que los campesinos intentan mantener subraya la necesidad de dignidad, de sobrevivir y trabajar por lo mínimo esencial, por aquello que les da identidad y sustancia en un mundo que los ve como invisibles.

6. El simbolismo religioso:
La referencia a la cruz al final ("una cruz que se carga de sol a sol") no es casual. Esta carga diaria del campesino es presentada como una especie de martirio, un sacrificio similar al de Cristo. Este simbolismo sugiere que el trabajo no es solo físico, sino también espiritual, un acto de fe y de resistencia ante la dura realidad de su vida.

Conclusión:
Este poema es una poderosa representación del trabajo rural, el sacrificio y la lucha silenciosa de los campesinos. A través de la descripción detallada y visceral de una jornada de siega, el poema transmite la dureza de la vida campesina, marcada por el esfuerzo, la resignación, la esperanza de una recompensa humilde, y una constante lucha por la supervivencia. La tierra es tanto una fuente de vida como una condena, y el trabajo, aunque es esencial para la vida, se presenta como una cruz que se lleva con dignidad, sin esperanzas de recompensa, pero con la necesidad de cumplir con un destino que parece eterno e inmutable.

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