Xanti - Bré

Er señoritu

 
Ese... er del sombreru fino y la chaqueta limpia,
que s’asoma al trigu sin pisal con las botas,
ese que nun suda ni pa escupí
y que manda con la mano como quien espanta moscas.
 
Ese que se cree Dio,
porque la tierra—que nun sembró—ye suya,
porque el catástrofe lo pone con títulu
y to’l pueblo le ríe las gracias
aunque no tenga ni una.
 
“¡A ver si acaban esa faena, so flojos!”,
grita desde’l caballo reluciente,
mientras los jornaleros, doblaos como garabatus,
rebanan el trigu con la vida a cuestas.
 
Y paga un jornal que nun da ni pa manteca,
pero exige reverencia, “buenos días, don Fulanu”,
mirá al suelu, el gorru quitau,
y no alzá la voz, que eso ye desvergüenza.
 
Y el campisinu traga,
por los hijos, por la madre enferma,
por la olla que nun canta si no trabaja,
por miedo, que’l hambre muerde más que’l despreciu.
 
Pero por dentro...
¡Ay, por dentro arde un fuego que no se ve!
Una ira que nun se grita pero quema,
una gana de decil:
“¿Y tú quién eres pa vivir del sudor de mis huesos?”
 
Mas calla. Calla porque tiene costumbres.
Porque si se revuelca, no come.
Porque la tierra ye suya pero no suya,
que la pisa con respeto aunque el papel diga otra cosa.
 
El señoritu, mentras, cena con vino de cristal
y se ríe del jornalero
que pa comé chupa pan y le da la grasa a los niños.
 
Pero la tierra...
la tierra nun olvida.
Y el trigu escucha, y la sierra aguarda.
 
Vendrá un día—no hoy, ni mañana—
en que’l mochinu que ve al padre doblarse,
alce la frente,
y diga:
“Basta, esta tierra también es mía.”

presenta una crítica social, centrada esta vez en la desigualdad y la explotación de los campesinos por parte de la clase adinerada y privilegiada. La obra utiliza un lenguaje directo y coloquial para reflejar la tensión y la frustración de los trabajadores, que soportan la opresión sin poder gritar su rabia, pero con la esperanza de que algún día, esa injusticia será corregida.

A continuación, analizo los aspectos más relevantes del poema:

1. El contraste entre clases sociales:
El poema presenta a un "señorito" (representante de la clase rica) que es descrito con arrogancia y desdén. Se le describe como un hombre que tiene "sombreru fino y chaqueta limpia", que no "suda ni pa escupí" y que se siente superior, como si fuera un ser divino ("ese que se cree Dio"). Este personaje encarna el desdén de los poderosos hacia los trabajadores del campo, los cuales, a pesar de su esfuerzo físico, no reciben un trato justo ni un salario digno.

La actitud del señorito, que grita desde su caballo "reluciente", refleja una desconexión absoluta con la realidad del pueblo. Mientras él exige y manda con facilidad, los jornaleros "doblaos como garabatus" sufren las duras condiciones de trabajo, literalmente "rebanando el trigo con la vida a cuestas". Este contraste es fundamental en la crítica social que se hace en el poema.

2. La explotación del trabajo y la pobreza:
La frase "paga un jornal que nun da ni pa manteca" subraya la miseria de los trabajadores, que a pesar de su esfuerzo, no reciben ni siquiera lo necesario para vivir con dignidad. Esto revela la injusticia del sistema, donde el trabajo duro no es remunerado adecuadamente.

El jornalero, a pesar de ser explotado, sigue manteniendo una actitud sumisa, "traga" por "los hijos, por la madre enferma", y por "miedo", ya que "el hambre muerde más que’l despreciu". La idea de que "el hambre muerde más que el desprecio" resalta la lucha diaria de los campesinos por sobrevivir frente a la explotación que sufren.

3. La rabia interior de los oprimidos:
Aunque los jornaleros callan y soportan, el poema deja claro que internamente hay una gran ira, una "ira que nun se grita pero quema". Este sentimiento de injusticia se mantiene reprimido, pero se siente de forma profunda en los trabajadores. La frase "una gana de decil: '¿Y tú quién eres pa vivir del sudor de mis huesos?'" refleja ese deseo de rebelión, de justicia, pero también la impotencia de no poder expresarlo.

La crítica al silencio impuesto por las "costumbres" está presente en el verso "calla porque tiene costumbres". Este silencio refleja la sumisión de los campesinos, que por temor y respeto a una tradición que los mantiene subordinados, no se atreven a rebelarse abiertamente.

4. El contraste en la vida de los opresores y los oprimidos:
Mientras los campesinos sufren y luchan por lo básico, el señorito disfruta de lujos y comodidades: "cena con vino de cristal". La burla está en que, mientras el campesino "chupa pan" y da "la grasa a los niños" (reflejando la pobreza extrema), el señorito tiene una vida de lujo y desprecio por los sufrimientos de los demás.

5. La tierra como un símbolo de justicia:
La tierra, como en el primer poema, juega un papel fundamental. Se habla de ella no solo como un recurso material, sino como un símbolo de justicia. La tierra "no olvida", y aunque ahora está bajo el dominio de los ricos, "el trigu escucha, y la sierra aguarda", sugiriendo que la naturaleza, aunque silente, guarda memoria y será testigo de la rebelión que vendrá.

El poema proyecta una visión de esperanza: "Vendrá un día—no hoy, ni mañana—en que’l mochinu que ve al padre doblarse, alce la frente, y diga: 'Basta, esta tierra también es mía'". El "mochinu" (hijo) representa la generación futura que, al haber crecido bajo la opresión, tendrá la fuerza para desafiar el orden establecido. Esta línea transmite la esperanza de que, algún día, el pueblo se levantará y reclamará lo que es suyo, no solo como un derecho de propiedad, sino como una forma de justicia histórica.

6. El lenguaje y la expresión popular:
Al igual que en el poema anterior, el uso de un dialecto coloquial y local le da autenticidad y poder emocional al texto. Este lenguaje refleja la realidad de los campesinos, su lucha diaria y su modo de vida, contribuyendo a la visceralidad del mensaje del poema.

La utilización de expresiones como "la tierra ye suya pero no suya" pone de manifiesto la contradicción entre la propiedad formal (el papel) y la conexión real que los campesinos tienen con la tierra que cultivan. Aunque no son los propietarios legales, son ellos quienes cuidan y trabajan la tierra, y por ello tienen un vínculo legítimo con ella.

Conclusión:
Este poema es una crítica feroz a la explotación de los trabajadores del campo por parte de los terratenientes, destacando la desigualdad social y la lucha interna de los oprimidos. A través de la figura del señorito, el poema nos muestra cómo la riqueza y el poder se mantienen mediante la opresión, mientras que el pueblo, aunque sometido, guarda en su interior la esperanza de una futura rebelión. La tierra, como símbolo de justicia y memoria, será testigo del cambio que algún día llegará, cuando la generación futura reclame lo que por derecho les pertenece.

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