Orador pretencioso...
Mi.
Posesivo.
Despacio, lentamente.
Dejando caer con suavidad
palabras frondosas,
como cera derretida sobre el césped.
Sonrisa segregada
como melaza viscosa en los cristales.
Orgullo necio de aquel que aparenta
lo que más desea.
Eternidad.
Silencio.
Ovejas conformadas
en el angosto cerco de la leche y miel
de una Tierra Prometida.
Brotando a borbotones
de los dientes
manantiales transparentes,
luminosos,
cristalinos.
Manantiales termales
de espesos riachuelos.
Eco.
Resonancia.
Búcaros con flores
de flores deshojadas;
tinajas de barro sin fondo,
cubiertas de barro hasta los bordes;
fuegos exaltados de llamas apagadas;
aguas secas, de resecas nubes;
estantes repletos
de libros en blanco, sellados;
azúcar amarga, salada, podrida.
Voz que retumba,
y golpea,
y lacera,
y machaca,
y repite,
y rebota,
y se apaga.
Y comienza,
y suspira,
y retuerce,
y respira,
y suaviza,
y se enciende,
y se apaga.
Gritos.
Monotonía.
Ampulosas montañas.
Océanos Pacíficos.
Simas abisales.
Galaxias.
Vías Lácteas.
Universos recónditos.
Infierno, Cielo,... Vida.
Pasajes de vuelos enterrados.
Crónicas de muertes anunciadas.
Vida abundante en angustiosa espera.
Palabras que agonizan pesarosas,
consienten envidiosas
que vivan las de otros.
El que habla, no sabe;
el que conoce, calla.
