POESÍA JAPONESA
No supe retenerte en mi pequeño mundo tú querías fotografías, yo, quería amor del bueno. Ahora sé que debí
Caminando por las calles tuve un déjá vu, sentí que había estado allí. Mis pasos resuenan en el empedrado,
Deseo un amor que me quiera de verdad, que mis pestañas tiemblen solo al contemplarte Quiero un amor
Perdida estoy, en el cristal del alma los vidrios rotos. Has rasgado mi vida en mil poemas vanos.
Hay miradas insondables, caes en ellas y ya no puedes salir… Ahí me quedé en tus pupilas, llena de deseo y lascivia. Me sube una fiebre perversa,
El lirio blanco aromando el camino. Cerca mí casa. En la ventana las orquídeas blancas.
Entre caminos la soledad pasea, me busca a mí. Me escondo en los rosales, quiero la vida
Esa ventana ciérrala enseguida no deseo ver mis ojos gimiendo asomados al espejo, ya, ardiendo del dolor provocado por la vida. A oscuras mi corazón va latiendo
Se me fue borrando tu mirada. Olvidé que un día hacerte el amor era como hacer un ocho mil.
En la cocina aroma a café fuerte, me seduce esta madrugada, se me escapan las miradas, para tocarte por dentro
Vete tú corazón, no hay nada más d… que tu ida. El río Guadalquivir se ensombrece… al mirar el barco que te lleva. Vete tú, que yo no puedo;
Muero de amor al verlo sonreír, el que daría media vida por verme feliz.
Te veo desnudo pleno, y te anhelo tanto que el corazón se hace boca para besar en tus labios, el hechizo de un sueño.
Adoraba la sensualidad de la hierba en mi espalda, tocar la tierra, amasarla con mis manos. Me hacía sentir viva,
Engaño la mente escribiendo, mi voz se quiebra oigo pasar los coches, en uno de ellos vas tú, el corazón florece