Poesía japonesa
Entre pasillos navega mi mente en un caos que emerge del volcán en plena erupción. Abro puertas infinitas, en el laberinto de Creta
Entre mis piernas cae la lluvia calándome siento mi sangre palpitar, gotas de agua resbalan por mi boca.
Hubo un crepúsculo morado que salió de mi ser, dicen que todo vuelve a ti, pero en esa tarde el ocaso jugó conmigo y me llevó
Aquel beso etéreo en el arrebol me despertó la memoria de tu piel en mí. Nos dijimos amor
La vida que se transforma, se deforma entre calles empedradas con el dolor ajeno. Noches que se estrujan hasta la madrugada,
Trenzas mi pelo con cadenas de pena, pendientes de coral, anuncian muerte cae suave una lágrima,
A piel descubierta me lanzo al vacío de tus brazos, besando el aroma bendito de tu boca. Acariciando tu piel
Todo duele, todo me asfixia, lágrimas rotas caen en pedazos sobre mi regazo. Toda por dentro
Te busco por las calles, llenas de gente, en la orilla del mar donde no hay consuelo, en las olas que rozan
Mi pecho gritaba, pero eres tú el… camino por la calle, cojo un cigar… del paquete rojo, pienso en que quieres hacerme, pero no conseguirás que sufra.
En un recoveco de mi mente hay un recuerdo agazapado, Y eres tú que ya no estás. No existen flores ni vuelan las mariposas.
En la arena, lamiéndonos el mar la piel, sentí tus ganas revolcándose en mi cuerpo. Mis piernas te envolvían
Mar cristalino que me abraza llorando, entre las olas. Quiero una playa y perder la mirada,
¡Cómo te echo de menos! Duele no verte más, dicen que mañana es otro día, pero los días se me escurren entre las lágrimas.
Muero de amor al verlo sonreír, el que daría media vida por verme feliz.