Poesía japonesa
Tienes la piel dorada como miel de colmena, bajo el cielo rojo y naranja, pareces una diosa griega. Cuando te vi, sin esperarlo
Me das un morreo de despedida que me deja tiritando todo el día, pienso, que no falten tus besos. Cuándo llegas por la noche
Hay un hombre que a mí me ha vuelto loca un hombre que sabe darme lo mejor de sí mismo. Por qué hay hombres
Mis ilusiones se hicieron polvo en… nada dura para siempre, a veces parece que he vivido un espejismo. Tus palabras se desdibujan
Mis senos duros turgentes, con circunferencias perfectas, los miro, mientras contemplo por el rabillo del ojo, unas flore… ajadas, muertas.
Conmigo, no te equivoques, no creas que me tienes en la palma de la mano. Que tu mano no me sirve ni para acariciar mi boca
Quiero leer con mi mano poemas que entre tu piel; se muestran para mí. Tu cuerpo un libro abierto.
Trenzas mi pelo con cadenas de pena, pendientes de coral, anuncian muerte cae suave una lágrima,
Mi pecho gritaba, pero eres tú el… camino por la calle, cojo un cigar… del paquete rojo, pienso en que quieres hacerme, pero no conseguirás que sufra.
Sentada en la cama en mi cuerpo la brisa otoñal hace que se erice; y que empiece a rememorar. Recuerdos de tabernas
Enamorarse es fácil, te quedas enganchada de él sin darte cuenta. Empiezas a sentir que quieres en tu
Él me quiso como se quiere el sol que sale cada día. Me amo por encima de todo, y lo hizo porque
Tengo que conseguir salir de aquí, te besaré te amaré hasta morir encima de ti. Pero debo de continuar
En la cocina aroma a café fuerte, me seduce esta madrugada, se me escapan las miradas, para tocarte por dentro
Conocerte fue ver el sol dentro de mi pecho iluminando cada centímetro de mi corazón. Recuerdo tu pelo que mis manos deseaban amasar, acariciar