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Paihuen

‘Paihuen’ es una palabra de origen mapuche que significa un “lugar para estar en paz”, por mucho tiempo creí que un hombre podría ser aquel sitio donde podría descansar de mi martirio, pero me equivoqué y en este escrito hago referencia a aquello.
Hoy el día se ha oscurecido temprano, la lluvia ha inundado las calles por las que he recorrido tratando de buscar afecto en sitios donde he perdido una parte de mí, y he gritado al cielo con tanto enojo que el mismo Dios se ha ocultado entre los chubascos para no sentir mi dolor, para evitar verme desvanecer entre la tristeza y el alcohol.
—Pero, ¿qué tengo para ofrecer?—me pregunté a mí mismo.
—¡Nada!—respondió el aire, que de norte a sur recorre esta urbe en gris arrastrando voces mudas y almas que mueren en el empeño de olvidar a alguien.
—¿Amor?, ¿unos brazos tibios?, ¿poemas sin sentido? No tienes nada para brindar—agregaron las gotas de lluvia mientras empapaban mi cansado y desganado semblante.
Agotado de caminar por este viejo suburbio me eché al suelo con la mirada al cielo. De pronto una voz imponente retumbó en el firmamento, eran los truenos que con furia caían en la tierra manifestando su descontento.
—Lamentablemente, nosotros éramos seres de luz habitando entre los humanos y animales, la vida nos pagó mal; mejor dicho, el amor nos convirtió en enojo y tempestad.
Solo éramos la tormenta y yo, dos tempestades que buscaban ser apaciguadas en un mundo donde éramos un estorbo para cupido que nunca nos cumplió el deseo del primer amor.
—¡Qué se joda ese cabrón!
—Tú no seas como nosotros y busca la luz en tu interior, no en las fríos brazos de alguien más—manifestaron los crujientes ceibos que se doblegaban ante el ímpetu del viento.
Pero era cierto, los poetas han quedado obsoletos y las flores marchitan en los jardines lleno de maleza, todo es frígido y superficial: nadie busca amor, al menos no en estos tiempos de frivolidad.
De repente, había encontrado el rumbo de mi vida después de una larga tertulia con la madre naturaleza, y no era un hombre, soy yo mismo, aquel niño que a temprana edad su inocencia le fue arrebatada y fue juzgado por quienes dijeron quererlo incondicionalmente. Solo debía amarme y perdonar mi pasado para poder volver a estar en paz conmigo mismo.
Yo soy mi paihuen.

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