No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Vamos con prisa para llegar más rápido a ninguna parte.
Caído una vez, levantado otra vez más: así es la vida.
No se echa en falta nada que sobra: como una mariposa que vuela a la pata coja.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Las canas son sabiduría que se desborda.
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
No te preocupes, deja que la vida ocurra como ocurre la vida misma: orgánicamente.
Tu resultado, no el precio que has pagado, es lo que envidian.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
A lo mejor es bueno crearse una rutina de romper la rutina diaria y marearse en la noria. A lo mejor tenemos que ser fuertes