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Insomnio

5.30 a.m.
 
Me desperté como quién se desvela,
de la nada
y con ganas de hacerte un verso más.
 
Es temprano, muy temprano
y ya estás en mi cabeza.
 
El café está cargado y tiene espuma,
pero esta vez lo hice yo,
y no lo probaré de tus labios.
 
Tampoco tengo tus ojos para mirarte y desearte 'buenos días’
seguido por un abrazo que brota tu sonrisa de oreja a oreja
y culmina en un beso.
 
—Es un poco caótico—
 
Tengo ganas de verte.
Y eso se traduce en un
‘te quiero’.

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