Salirme de tus piernas túnel imprescindible
cuando la oscuridad golpea y nos convence
a quedarnos faroles, lámparas, candelabros
en la tibieza humedecida de este hotel,
es una batalla que no venzo
porque me han empezado a doler tus manos
clavadas en mi orgullo,
espejismo elegante, juego del que no sales con ventaja,
ahora que el rencor no deja desvestirme,
todos los dolores, muchacha,
me hacen tierra
aunque tus muslos permanecen abiertos
y yo sigo con hambre,
y yo sigo con hambre.