Ronel González Sánchez

El peso de la cruz

Escribo, poco y mal, porque estoy pensando
con zozobra y amargura.
Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos. José Martí

Agua del Contramaestre.    
Agua turbia.
Agua crecida.
 
¿Hasta qué punto la vida
es un cántico silvestre?
 
Entre el fango,
lo terrestre va enmaniguándose.
 
Un vado al muslo.
 
El cuerpo angustiado
y, en el sopor que lo inhibe,
la noche bella proscribe
el sueño del Delegado.
 
Un río.
Un caballo.
Un hombre.
 
El sol licuando la piel.
 
El croquis de un coronel
en la sabana sin nombre.
 
Un río.
Un caballo.
Un hombre.
 
Un paredón de humo infame.
 
No importa que alguien se llame
Ángel, si en vano custodia,
ni que entonen la rapsodia
un fustete y un dagame.
 
Las bayonetas a un palmo
de los fervores solícitos,
los desencuentros ilícitos,
el verso indómito o calmo.
 
¿Hay entre el augusto salmo
y la pólvora nefasta
algún vocablo entusiasta,
alguna zona intermedia
que disfrace la tragedia
de “episodio iconoclasta”?
 
Hay criaturas sin derecho a ser felices. Hay seres
que, entre la cruz y placeres, optan por llevar al pecho
el manuscrito deshecho de una fortuna reacia,
y sobre el hombro la audacia temeraria
del novicio, que al más febril sacrificio
entran de un tiro de gracia.
 
Algo.
Alguien se encamina
hacia un cuerpo.
 
Alguien apunta el odio de una pregunta
y, al gloriarse, se anodina.
 
Sangra la maleza indina.
 
Nadie es sacro o pusilánime.
 
Algo serpentea exánime.
 
No plañe ni un rostro magro  
y nada invoca un milagro
en la soledad unánime.  
 
Ser héroe nunca es ser Dios,
aunque ambos se transfiguren.
Por más que sus obras duren
no hablan con la misma voz.
 
Hay un intersticio atroz,
un filamento vibrante
que los envela un instante
y el héroe se enmarmoliza,
sin dar tiempo a que la brisa
espiritual lo levante.
 
Pedir que la piedra arrope al polvo
es un afán manco
si sobre un caballo blanco
la sangre sigue al galope.  
 
A veces la selva inope
en torno quiere enramarse,  
pero la Luz vuelve a darse
a los discordes montíos,
y entonces,
todos los ríos
vuelven a transparentarse.
Preferido o celebrado por...
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