En la penumbra de la noche oscura,
una mujer, de corazón roto y alma pura,
buscó en la danza su redención,
entre luces y risas, halló su salvación.
Las estrellas brillaban con un fulgor especial,
mientras ella giraba en un baile celestial.
Cada paso, un suspiro, cada giro, una canción,
encontró en la fiesta una nueva razón.
La música vibraba, el ritmo la envolvía,
y en ese torbellino, su tristeza se desvanecía.
Entre risas y copas, la vida renacía,
y en un abrazo inesperado, su pasión revivía.
Un encuentro fortuito, una chispa de emoción,
dos almas perdidas en una misma dirección.
En la noche, entre sombras y luces,
se entregaron al deseo, sin más pretextos ni cruces.
Así, en la fiesta, en la danza y el amor,
ella encontró su fuerza, su nuevo fervor.
De la separación, surgió una nueva flor,
una mujer renovada, llena de valor.