Sin alas es difícil escapar del amor,
por eso siempre nos alcanza.
Entonces ¿para qué huirle?
Es mejor esperarlo en la quietud de la noche
y cuando crea que nos atrapó
arrebatarle de un brazo a la locura
y esconderla en una pieza llena de juguetes.
El amor, que es ciego,
vagará por el mundo sin su zagalillo picarón
tropezando con la injuria,
el odio, el rechazo y la indiferencia.
Mientras la locura ría a carcajadas con sus juegos
y el amor viaje perdido por el mundo,
yo,
disfrutaré mi soledad.