Francisco Paredes

La historia de nunca acabar

Como se ha vuelto costumbre sentir que todo sobra, que nada falta, que la sonrisa son forzadas, que dentro de ti se marchita lo último que brillaba. Que complicado es dejar de ser tragado por ese agujero negro, que hace que vivas en medio de un infierno, que todo lo veas gris, y lo que antes te hacía feliz, solo es un efecto placebo de los recuerdos, que hacen revivir para sentir el no morir. El solo mirarme en el espejo me hace sentir enfermo, donde quedo tu sonrisa, donde quedo el cariño que al mundo esparcías. ¿Estás medio muerto o eres un muerto jugando a estar vivo? ¿Crees que volverás a sonreír sin fingir o finges para no sentir? Tal vez soy malo en el fondo de mi corazón, y lo apático que día a día más te vas volviendo se va notando. Ya ni siquiera usas la máscara solo muestras la misma cara todos los días. Y la felicidad que, como dijo el can, y es que la verdad de mi rumbo me perdí, destrozado quede, y como vagabundo deambule de aquí para allá cual hoja el viento pueda llevar. ¿Qué es la magia de la que tanto hablabas? ¿Qué es la dulzura a la que tanto te aferrabas? Ahora solo piensas en una maldita oscuridad que no trae nada bueno, solo soledad, tristeza, vacíos y caos. De donde consigo de esas pastillas que te apagan las voces de la cabeza, que derrumban los fantasmas a tus lados, que aniquila los pensamientos y te deja en paz al fin como lo has anhelado. Como se verá el arco iris en sus gamas de colores cuando desde mis ojos veo tonos grises en todos sus matices. Como caliento un corazón moribundo, que no entiende nada de lo que sucede en el mundo. Como abrazo mis sentimientos, si cada vez siento menos. Como no me pierdo en el espejismo de lo que día a día vivo, sueño y me fijo. Como volver a ser feliz, si la felicidad siento que escapo de mí. Cada más añoro esos días donde las preocupaciones eran mínimas, las sonrisas no faltaban, el alma vibraba rebosante con los pequeños logros alcanzados con hambre de devorar al mundo, pero que ingenuo fui. Hoy viendo todo desde otra perspectiva, que tonto fui al querer crecer rápido, desear llegar a ser adulto, ahora como uno se aferra a los recuerdos de niño para volver a soltar una sonrisa y continuar. Seguir siendo un guerrero, pero ya cansado, ya marchito, ya a punto de fallecer, solo no me rindo porque antes de mi muerte debe ser que mi suerte cambiara...

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