De un laúd los noctámbulos acordes
impregnan las paredes de este abismo:
el de esta soledad sin más colores,
desnuda y sólida cual mármol frío.
Desde las altas naves de la noche,
la luna parca invade con su brillo
menguante, pare sombras y visiones
de amor y tiempo en clave de asesinos.
Las horas de la noche son volátiles
en tanto que la mente gira y pulsa
sin sosiego.
Murmullos en la sangre,
ciudades muertas que se lleva el aire:
música insomne que me da la luna
hasta que el alba tañe
sus campanas mudas.