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Palabra

Recuerdo que a veces, queriendo decir “el cielo es claro”, decía eso y 'algo más'. Lo que añadía, me parece, era más mío que aquello que decía. Entonces no me daba cuenta, pero tenía sospechas. Lo que decía lo decía con palabras. “El cielo es claro”. Lo que añadía, lo callaba; estaba dicho sin decirse.

“El cielo es claro”. “[Mírame]”. “[¿Puedes amarme?]”. “[Esto lo sé, entonces, merezco algo de ti a cambio]”. “[Quédate, aquí dentro hay espacio vacío esperando ser llenado]”.

Ahora las palabras aún salen con residuos bajo de ellas. Quiero decir una cosa—la digo—. Pero bajo las palabras del mensaje se pegan otros sentidos que aún suelen ser más míos que lo que efectivamente digo. Entonces escucharme se convierte en mi medicina.

Acaso limpie mis palabras. Acaso limpie las de otros. ¿Es evitable que escasee la-palabra-sin-residuos-por-debajo?

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