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Quetzatcoatl

un barredor de tristezas,
un aguacero en venganza,
que cuando escampe parezca nuestra esperanza...

El gato que yo tenía
Se lo ha llevao’ mi madre
Por eso donde yo vivo, todito me queda grande.
 
Ya me arremangué la sala,
Y le cosí el dobladillo a cada puerta y ventana.
Pero esta casa que visto, sin Gato me queda grande.
 
Con flores y nidos de mirlo,
me hice dos cinturones,
y aunque mucho los aprieto,
en cada cada paso que ando,
la montaña se me escurre,
sin Gato que me acompañe.
 
Le rocojo la ladera, cuando voy en bicicleta,
Y cuando la mimo andando, le voy doblando la cima,
y aún así se me escurre,
sin Gato que me acompañe.
 
Ay pedazo de nube,
Tú no eres solo blancura,
porque llevas sobre el cuerpo
Mil besos de Sol y de Luna.
 
El gato vivía conmigo,
en ese entonces tenía una camita caliente
que él mismo se había cosido, encima’e mi corazón.
 
Una noche vino a verme,
y él, más hambre que pelusas en el cuerpo,
se hizo una comidita: puro sabor a pijama.
 
Por eso este roto que hilacha hermoseando mi pijama,
tiene forma de Gato
de un gato que duerme,
y duerme
como un canto de maraca.
 
Y aunque en el hueco da frío,
¡qué nadie me lo remiende!,
porque ese roto, señors, es y será la cama
de una nube mancha’e besos,
de esas que cuando duermen
les suena cada suspiro
a puro canto’e maraca.

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