El gato que yo tenía
Se lo ha llevao’ mi madre
Por eso donde yo vivo, todito me queda grande.
Ya me arremangué la sala,
Y le cosí el dobladillo a cada puerta y ventana.
Pero esta casa que visto, sin Gato me queda grande.
Con flores y nidos de mirlo,
me hice dos cinturones,
y aunque mucho los aprieto,
en cada cada paso que ando,
la montaña se me escurre,
sin Gato que me acompañe.
Le rocojo la ladera, cuando voy en bicicleta,
Y cuando la mimo andando, le voy doblando la cima,
y aún así se me escurre,
sin Gato que me acompañe.
Ay pedazo de nube,
Tú no eres solo blancura,
porque llevas sobre el cuerpo
Mil besos de Sol y de Luna.
El gato vivía conmigo,
en ese entonces tenía una camita caliente
que él mismo se había cosido, encima’e mi corazón.
Una noche vino a verme,
y él, más hambre que pelusas en el cuerpo,
se hizo una comidita: puro sabor a pijama.
Por eso este roto que hilacha hermoseando mi pijama,
tiene forma de Gato
de un gato que duerme,
y duerme
como un canto de maraca.
Y aunque en el hueco da frío,
¡qué nadie me lo remiende!,
porque ese roto, señors, es y será la cama
de una nube mancha’e besos,
de esas que cuando duermen
les suena cada suspiro
a puro canto’e maraca.