Sofía Ramos

UNA MEMBRANA QUE DISTORSIONA EL PAISAJE

¿Emanará una vocal espesa desde la gota de un silbido
cuando la mímica ensoñada de mis dedos
anuncie la aparición de palabras
aún no escritas?
 
Un soplo desnudo mutila la cabeza
de quien decide embriagarse con la bebida de la noche.
Un soplo desnuda un mutismo sin cabeza.
Y dialoga con vientres trastornados.
 
           (-blablablalaslágrimassonmembranasvisionariasblablabla)
 
Ya no alcanza una búsqueda,
lo inexplicable es necesidad.
 
Abandono entonces mis delirios
si no hablan, si no mienten,
si olvidan el lenguaje de las metáforas.
           (-si no hablan,
              si no mienten,
                 si olvidan el lenguaje de las metáforas).
Apedreo las estrías que dividen huellas turbias
y me ofrendo a un dios odioso
que transmuta por azar.
 
Ya no alcanzan los intentos,
el misterio colorea la sangre
de las cosas;
es el cofre asaltado por las voces de lo desconocido
el que enciende la plasticidad
en la espera de los muñecos.
Y soy la que inventa el juego
de encontrarlo cada día
para volverlo a perder.
 
Y todo se mueve cuando cierro los ojos.
Y todo frasea cuando cierro los ojos.
Y todo desaparece cuando cierro los ojos.
 
¿Recuperarán la sorpresa los locos
que escuchan entre paréntesis
una verdad en cada imagen transluciéndose
en las sogas de cualquier cuello atorado por la catástrofe?
 
Ya no alcanza.
La única revelación es la que se apaga.
La tentación más peligrosa,
escribir hasta que enmudezcan las velas.
 
Hay interrupciones en cada rincón de la casa
como un subtexto permanente.
 
Por fortuna,
nadie ha podido ponerle nombre
al primer buen día
que pronuncia la muerte.

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