¿Por qué hombre o mujer,
te aferras al desdén?
¿Por qué amas desventura,
negando a tierna fortuna?
Ya terminaste a Gomorra,
y a reconstruirla regresas,
pero en destruirla te centras,
dime ahora, ¿cuál es tu honra?
Revives en pensamiento,
hecatombe de sufrimiento,
simple orgullo y necedad,
te torturas sin cesar.
Deja ya, alma partida,
esas memorias de guerra,
impetuosas restan vida
sin dejar alguna tregua.
Bien luchaste gallardía,
te entregaste por amor.
Acepta ahora valentía,
perniciosa ilusión.
Los reclamos con tal brío,
acrecientan tu vacío,
¡cierra tan absurda herida!
ya verás paz infinita.
Tu gloria sea amar,
aún no siendo amado;
Tu orgullo sea perdonar,
aún sin verte perdonado.
Astuto caballero:
no incite a aquellas en mal,
sea íntegro y honesto,
no aproveche su bondad;
ínclita dama aquella:
no ceda a las presiones,
por el rechazo ¡no tema!
a funestas pasiones.