Sal 91:1
Divino maestro: agrieta mi vida y supere el límite, conóceme todo, tenme en tus manos,
Hay noches como hoy donde no te extraño, quizá esté mal pero no es engaño, miro sorprendido
No sé si quiero escribir, pero real, me siento mal, ¿por qué lo he de negar?, ¿por qué me he de mentir? Yo pensar en nada quiero,
El sabor de la ira, hace hervir la sangre, incita a maldades, calienta noche y día. El sabor de la ira,
El invierno me acogió, miserable a como soy, me detesto y aborrezco porque nada me merezco; mucho menos ser feliz,
1. El amargo pecado que apartó a Eva nuestra madre, aquí el mal encarnado viviendo en lo amargo, heredado también por nuestro padre…
1. ¡Oh buen maestro! Jesús, mi sepulcro, mi vida, mi sostén, mi todo y mi señor; quiero amarte, servirte, alabarte. 2. Mi altísimo cristo,
Bonita en ti siempre pienso… ojos tan bellos y dulces, no sabes ¡cómo los sueño! inigualable numen: temiendo no verte, pierdo;
Para la cruel ansiedad, el más lento despertar, piensa en tu amada Pobreza. Hundido en la Noche Oscura, en santo desprendimiento,
Témeme. Yo para amar estudio. Yo para amar soy ciego. Yo para amar no soy cuerdo Yo para amar no mido.
¿Qué sientes alma mía? cuéntame por qué sufres: te veo ansiosa, decaída. ¿Qué causa tu derrumbe? ¿Son amores que pereces?
A medias te quería, nada yo abrazaba, amor real negaba ¡tanto miedo tenía! Mira el ser humano
Paciente en tu morada, confundido de verdad, entre tanta ambigüedad, si empuño yo tu espada, de lleno voy a la batalla.
Vida me ha hecho nada, sin carga en la espalda, ¿qué peso a temer?, nada por quejarse, por todo agradecer.
Bebé me tuviste, bebiendo en tu pecho, disfrutando lo eterno, alegre y triste. Creciendo me tienes,