#amor #romance
El sabor de la ira, hace hervir la sangre, incita a maldades, calienta noche y día. El sabor de la ira,
Divino maestro: agrieta mi vida y supere el límite, conóceme todo, tenme en tus manos,
Tan simple vestido llevas y a todos nos sonríes, tienes todo en nada; tanto tienes que regalas, dando siempre a manos llenas.
Miro cuantas prisas cargo, con tanto despertar y aún más por comenzar, aquí ando deambulando, verdadero amor buscando,
¿Cómo expando tu reino a mi hermano el pobre, que todo ha perdido y de ti se ha ofendido? Si tu me has consentido
Vida me ha hecho nada, sin carga en la espalda, ¿qué peso a temer?, nada por quejarse, por todo agradecer.
Témeme. Yo para amar estudio. Yo para amar soy ciego. Yo para amar no soy cuerdo Yo para amar no mido.
1. La ironía del fuego, pesar de aquella sufrida niñez, consumida en el ego, hecatombe e idiotez, antítesis de libre sencillez.
Quédate un poco quieto, con ímpetu y parsimonia, escucharas al viento, pero pon mucha atención, que es un ilustre maestro,
¿Qué quieres de mi ansiedad? ¿Por qué tanto escarmientas? ¿Qué me haces recordar? ¿Por qué mi alma en pena? ¿Cuántos días pasarán,
Bendiciones padre eterno, y en unidad con tu espíritu muramos por ti a nosotros; apaguemos la luz tenue de la ignorancia absurda,
Para la cruel ansiedad, el más lento despertar, piensa en tu amada Pobreza. Hundido en la Noche Oscura, en santo desprendimiento,
Antes feliz en tu presencia, corazón contrito lloraba, en amor eterno gozaba, sin ver alguna decadencia. Ahora existo sin vivir,
Cuando aceptes Su Voluntad, no la tuya y menos mía, ni la de papá o mamá; algo en ti cambiará, y aquel firme malestar,
En sol íntegro, impureza oculta, fornicación encogida, mal hablar callado. En luz habitemos,