V. La ciudad
En la multitud de rostros desconocidos,
mi corazón late al compás de la ausencia,
soledad urbana, fría y sin abrigo,
en esta selva de asfalto, sin presencia.
Neones parpadean, reflejando mi deseo,
de encontrar en la maraña de edificios,
un hogar, un consuelo, un aprecio,
que rompa la cadena de mis conflictos.
En el bullicio de sirenas y pasos apresurados,
se escuchan susurros de una necesidad,
un eco de amor, enredado en callejones,
como un graffiti clandestino en la ciudad.
Las sombras urbanas se ciernen sobre mí,
como testigos silenciosos de mi anhelo,
en esta selva de concreto y desvelo,
busco un oasis de amor en el que vivir.
En cada esquina, una historia se entreteje,
de corazones errantes y amores perdidos,
en la urbe que nunca se rinde ni cede,
mi alma busca ser amada sin ser vencida.
Así, entre calles y avenidas infinitas,
donde el eco de la soledad resuena,
espero encontrar en esta jungla insensata,
el dulce refugio de un amor que me envenena.
