En el valle del Aburrá,
donde La Estrella brilla,
los paisajes cuentan historias,
de una niñez que maravilla.
Verdes montañas abrazan,
el pueblo con su calma,
recuerdos que en el alma,
dejan huellas que no pasan.
Gente de fe y solidaridad,
con corazones llenos de amor,
veneran a la Virgen Chinca,
con devoción y fervor.
Cada rincón guarda un eco,
de risas y juegos de antaño,
momentos que el tiempo atesora,
en un eterno verano.
La nostalgia pinta el cielo,
con colores de añoranza,
y en cada brisa se siente,
la dulce esencia de la infancia.