El silencio desgarra mi piel,
pierdo el pulso, el aliento.
Niebla en las retinas,
y un pitido ensordecedor.
La incertidumbre me vapulea,
me sacude, me manosea.
Espacio sin eco.
Se incendia el aire,
vapor áspero, espeso.
Vomito.
No hay ventanas, ni puertas,
todo es gris,
gélido.
Siento el filo del metal.
Las rodillas al esternon,
me omnubilo,
delirio,
y una mancha malbec.
—¡Auxilio!