Bendito el ciclo ondeante de la vida.
La marea, la saliva.
Bendito el tránsito ecléctico del suburbio.
Lo ajeno, lo oscuro.
Bendito el espacio entre corchetes,
las comas, las sílabas, los porqueses.
Bendito aquel mejunje,
la palangana,
los chips de chocolate,
las noches enlatadas.
Bendito el mate lavado,
y la tristeza,
Y la taza agrietada,
Y los sueños sin besos.
Bendito el vacío,
La Ausencia,
El Entierro.
Benditos somos al final del cuento.