Déjame ver mi olvido
Aquí ando
bañándome en tu cascada.
Mojado no se me nota
que he estado llorando.
Pero cuando estoy seco
una lágrima tuya rinde,
y crecen por ramos las flores.
Ojalá y las cortaras,
así fuera un pétalo,
que yo me callo y me conformo
si siquiera eso me regalaras.
Te ríes de mí,
dices que los pájaros no me oyen.
Me río de ti,
tantos hombres no te han dado
el amor que andas buscando.
No me visto,
el frío halló morada entre mis brazos.
Tú vistes largas polleras,
arrastras un velo hace años.
Perdón por el tiempo perdido,
un almuerzo teatral,
por andar disfrazado
sin quitarme la máscara.
Perdón,
porque todavía no conoces mi cara.
Coges piedras del piso,
las tiras al agua sin pensar,
ya sabes qué pasa.
En el fondo se hunde
y ahí espera hasta ser recogida;
ella sabe qué pasa.
Veía la playa
y sentí que estabas ahí.
Un vestido hecho de alas,
las de un pelícano ya viejo;
esta vez la falda no mojada
porque lo olvidado no se llora.
Quise probar esa agua
en la orilla de tus labios quiméricos.
¿Tanto te dolí
para que esté así de salado el mar?
Déjame ver mi olvido,
esta es la última vez,
el sueño ya se aproxima;
me habla al oído,
siento el calor en la espalda.
Me dice “masoquista”.
Esta fue la última vez.
Nunca vuelve a sonar
el llanto, ese eco gastado,
y mi voz muy débil.
Mueve la piedra soplando
para ver perdido el tiempo.
Ya no habrá próxima vez.
(2015)
