A Aída Bonelly
El tiempo niño
Usamos el marfil del intelecto para hollar la frontera en que exi… trajinar que lo hacemos..., que lo… cuando fuimos en pos de lo perfect… De nada nos sirvió el ángulo recto…
¿Qué era yo antes de ti? ¿Quién era? Hendedura en la sed del viento, lámpara cerrada a su propia luz. Pero vienes como la lluvia a los s…
—El reloj gobierna las cosas, este… El reloj detiene la puerta, los de… El reloj entierra lo que su esfera choca. ¡Helo! Cuatro cuadrantes...
Llorando va un pastorcillo, llorando pasa, llorando; de tanto llorar ya lleva todo su cuerpo mojado. —¿Quién te ofendió, pastorcillo?;
[Esta fabulilla cómica la escuché a temprana edad: ni avalo sus argumentos ni sé si será verdad. Refiero esta breve fábula
Sé la fiebre en mi médula dormida, la espina que florece en mi costad… la brasa que devore mis márgenes a… Danza en mí como la luz en la raíz del agua,
Escalinatas térreas en tu monte (eres Venus) me transportan a un suelo
—Soy el cocodrilo Lilo, de Damasco. Si me muerden, muerdo; si me rascan, rasco. «Al faisán del parque
Hurgándote en la tibieza de un grueso microscopio sacándote
Abrieron todas las puertas del cielo. La noche entró con ligero vuelo. ¡Mírate! ¡Mírate!
Amo la quietud de los árboles, el bisbiseo de sus copas, la gracia y la velocidad con que s… No están quietos los árboles ni los fijan sus raíces:
Intacto borrador no corregido. Ni poema, tal vez. No es tintero. Ni sonajero. Ni pez.
Duérmete, niño, duérmete, duerme... ¿Qué tienes, niño, que no te duermes? —Madre, yo quiero
Oh Divinidad sin nombre, sin forma, sin límite: habla por mí, como hablas por los bosques y las…
—Corrí una vez al aire y me perdí… Toqué profundos páramos y timbres… Pero he vuelto, Dador, y hoy heme… recibiendo tu amor a torrentes, a… ¡Señálame! Tu dedo no acusa ni me…