(Versos de infancia)
Habla el árbol. Absoluto, se expresa en su lengua vegetal. Imponente se alza el árbol
¿Dónde están las espadas de aserrí… y el amplio abrazo de la soledad? ¿Dónde están las espadas? Buidas en sus lechos (el haz con que me anulas,
A ti, pastor herido, te llaman dul… Ha vuelto. No hay espera. ¡Qué di… Por hallarse en ti mismo se anula… y rueda la campana que tañeron tus… —Mas, ¿qué podía yo, soñador, si n…
Intacto borrador no corregido. Ni poema, tal vez. No es tintero. Ni sonajero. Ni pez.
Arrebátame la toga y el bastón, S… de hierro voluntarioso para labrar… sírvame de las manos resueltas y a… antes que de palabra servil o ment… ... Porque mentiroso es el hombre,…
Refería el poeta británico Samuel Taylor Coleridge, en conversaciones casuales de sobremesa recogidas por su sobrino Henry Nelson en un volumen doble titulado “Specimens of the table ...
Lo vieron recoger papeles viejos y estamparles su firma, con un tra… claramente impreciso, tosco el bra… que perdiera, de antaño, los refle… Aleve trabazón de los espejos,
¿Algo es verdad o es mentira? ¿Algo es Razón de razones? ¡Hable quien hable se expresan solo simples opiniones! Lo dijo el rey, y lo dijo
En el principio el aire, en su danza ancestral, tocaba el iris de la noche.
Amo la quietud de los árboles, el bisbiseo de sus copas, la gracia y la velocidad con que s… No están quietos los árboles ni los fijan sus raíces:
Si hoy tuviera el día alguna espera rota y te adelantaras al paso de la oca… como digo, vería así una pausa en mi soledad,…
Tener tu gracia, tu encanto —bastón y pipa y vejez—, es la profesión que a mí siempre me gustó tener. Mas dices: «Entre tú y yo
Callad, callad ante el peso de la luz, expansión que palpita en lo oculto… Dios no se dice, se tiembla en su sombra,
Alguien nos toca el sexo (la voluntad más fuerte); alguien nos toca el hombro
Cuando tú llegas rompen las puertas sus prohibicion… los espacios se ofrecen para que l… y la casa —silencio