Una hoja en blanco, debo ensuciarla, ensuciarla de tinta elaborada por mi y por mi mente, es como una discusión constante con ésta, no puedo controlarla, vaya mierda de cabeza, no me gustan ni sus formas ni su manera de pensar.
Una hoja en blanco es como la cabeza de un bebé, no tiene mucho, solo espacio donde acumula lo que le enseñan y lo pone como base para el resto de su vida, si la base es buena perfecto, si la base es mala fatal, pero, aunque tu base sea buena se puede romper al caer y levantar siendo distinto. El que parece no tener sentimientos, el que calla y escucha, el serio y pasota... el bohemio, no ha nacido así, lo han hecho así, le han obligado a ser así y como ya no confía en nadie excepto en su selecto grupo de amistades se ve obligado a escribir... ¿A quién se lo cuentas puta cabeza, qué quieres hacerme creer, qué me estas contando?, soy así y lo sé aunque lo digas con cierta ironía, hablar como si fueras otro no ayuda, escribir como si no fueras tú es peor. Cambia hasta tu letra, ¡una hoja en blanco!, voy a ensuciarla.