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Alaridos trinos que desesperados nos indican el camino
En la ciudad los acallamos
En el campo conviven con la incomprensión
Lengua extranjera que comparte su existencia
Con su desaforada presencia
Muestra como alarma
El sentido del alba.
Pero al despertar
reduzco su cantar
al instinto animal
desplazándolo una vez más a un adorno necesario
de este mundo imaginario.

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